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El lugar de Portilla experimentará, durante los aproximadamente 2.500 años de existencia, un complejo proceso de idas y venidas, de abandonos y reocupaciones. Conoce el último momento de ocupación, aquel que vio nacer y transformarse a la villa medieval de Portilla. Su relato es la historia de un asentamiento en altura que surge en los primeros años del siglo XI como centro administrativo del reino de Pamplona y que acabará convertido en villa alavesa, sufriendo un proceso paulatino de abandono y traslado de la población hacia el actual pueblo de Portilla.
Dos mil quinientos años de historia
Siglos V-I a.C.
Orígenes del poblamiento en Portilla. Las evidencias recuperadas hasta el momento constatan la presencia de un asentamiento en altura, un posible castro de la II Edad del Hierro con funciones defensivas favorecidas por las especiales condiciones físicas del lugar.
Siglos III-VII d.C.
El asentamiento castreño será abandonado en algún momento a caballo entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C. y reocupado en un momento tardío del periodo romano, perdurando hasta época tardoantigua. No parece, sin embargo, que fuera un establecimiento humano de gran entidad.
Principios siglo XI
Fundación de Portilla como centro administrativo (tenencia) del Reino de Pamplona: “atque alio senior Fortuni Sancii cum ipsa terra que tenet uel castros, Buradon et Portiella ac Maragnione atque Laquion cum omni herentia eorum” (carta de arras de García Sánchez III. a. 1040). Su rasgo principal será la asociación de hábitat y fortificación, estando constituido por un castillo, un núcleo de población principal y un distrito territorial.
Años 1028-1035
Con Sancho Garcés III se asiste al momento de mayor expansión territorial del reino pamplonés, llegando a ser el gobernante más poderoso del norte peninsular. Por una parte, el Califato Omeya de Córdoba se estaba desintegrando, dando lugar a la fragmentación del estado califal en multitud de reinos conocidos como taifas. Una situación de debilidad que aprovechó el rey pamplonés para recuperar los territorios de al-Ándalus en la depresión del Ebro. Por otra, la muerte del conde de Castilla en el año 1028 provocará que el condado pase a manos del monarca por derecho sucesorio de su esposa, doña Munia, hermana mayor del conde. El Condado de Castilla y con él, el actual territorio de Álava. Partiendo de esta excelente situación política, uno de los elementos de la estrategia de consolidación y expansión territorial navarra se basó en la creación de centros administrativos, a través de los cuales asegurar de manera eficaz el dominio sobre el territorio.
Año 1200
La plaza fuerte de Portilla resiste el asedio castellano, pero el rey Sancho VII de Navarra la permuta con Alfonso VIII a cambio de Miranda de Arga.
Años 1199-1200
Conquista castellana de Álava, Gipuzkoa y el Duranguesado.
Principios siglo XIII
Abandono de las primeras casas de Portilla y progresivo traslado de la población al arrabal de abajo (actual pueblo de Portilla). El linaje de los Haro, señores de Bizkaia, se hace con el dominio de Portilla.
Año 1288
Portilla se subleva contra el rey Sancho IV (en favor de los intereses dinásticos del infante Don Alfonso de la Cerda), lo que provocó el asedio y posterior conquista de la fortaleza por el monarca castellano: “é cercó la villa é el castillo de Portilla Dibda, é la gente que estava dentro llamaban el apellido de don Alfonso que se llamaba rey, é pusieron un pendón de castillos é leones encima del alcázar. É cuando el rey don Sancho vió que de los sus castillos facían guerra é llamaban el apellido de otro rey, tomó ende muy grand pesar é grand saña, é fizo combatir la villa muy fuertemente con muchos engeños fasta que la tomó” (Crónica de los Reyes de Castilla).
Años 1350-1450
El abandono de Portilla continuó durante el siglo XIV y ya para el siglo XV debió haber finalizado con el despoblamiento total del viejo enclave en altura. Su población se concentrará en el arrabal de abajo, que tomará el nombre de Portilla. Por estas fechas, Portilla pasará a ser señorío de los Hurtado de Mendoza.
Años 1350-1450
A partir de mediados del siglo XIV la debilidad política de los reyes de Castilla propició que numerosas posesiones de realengo les fueran entregadas a importantes familias de la nobleza, como moneda de cambio por los servicios prestados a la Corona. Es el periodo de máxima expansión de los señoríos jurisdiccionales.
Años 1540-1542
Construcción de la iglesia del Salvador (hoy Santísima Trinidad) que se convertirá en parroquia de Portilla. El primitivo templo de Santa María (en la villa alta) quedará convertido en ermita. Los Velasco aparecen también como señores de Portilla.
Principios siglo XVII
Los Hurtado de Mendoza venden su parte del señorío a los Gauna y los Zamudio, de tal manera que Portilla se encontraba repartida entre estas familias y los Velasco. El reflejo del sistema señorial de estas familias aparece bien patente en el urbanismo y la arquitectura del actual pueblo de Portilla, que se divide en dos barrios (Bº de los Velasco y Bº de los Gauna-Zamudio), con jurisdicciones distintas y separados por una línea de cuatro mojones.
Año 1842
Supresión del señorío de Portilla.
Espacios diferenciados
La estructura urbana de Portilla se encuentra dividida en tres ámbitos perfectamente diferenciados, en una suerte de escenarios derivados de las necesidades político-militares, religioso-comerciales y de hábitat. Estas necesidades se satisfacen con varias respuestas arquitectónicas (castillo, iglesia y poblado) que se adaptan a las características naturales del lugar, situándose en tres planos o niveles de altura siguiendo un principio de jerarquía. Junto a estos tres ámbitos se reconoce un cuarto espacio identificado con el actual pueblo de Portilla, concebido inicialmente como arrabal.
El castillo
La iglesia
El poblado
Extramuros
Valores diferenciales
Inclusión y participación
Paisaje y patrimonio
Criterios de intervención
Inclusión y participación
El Conjunto Monumental de Portilla es el resultado de la acción e interacción de factores tanto naturales como humanos, siendo una oportunidad única para potenciar la necesaria coordinación y unión del patrimonio cultural y natural, junto con los procesos de participación ciudadana. En este sentido, el proyecto que se está ejecutando en Portilla pretende contribuir a la renovación de las bases conceptuales de un ordenamiento que, frente a la tradicional dicotomía “paisaje natural paisaje cultural”, defiende la síntesis entre ambos y apuesta por la valoración simultánea de la totalidad de los elementos que articulan el paisaje. Uno de los mayores retos de los que trabajamos en patrimonio es llegar a integrar a la ciudadanía en los proyectos de recuperación del patrimonio. La incorporación de procesos de participación social en el campo del patrimonio es un tema que, en las últimas décadas, ha tenido un amplio desarrollo, justificando incluso decisiones efectuadas de arriba abajo que prostituyen la palabra participación.
En el proyecto Portilla no nos ponemos etiquetas, ni entramos a debatir entre procesos participativos “verticales” u “horizontales”. Directamente pasamos a la acción. Y lo hacemos recordando que el proyecto, iniciado en el año 2008, surge de la propia iniciativa ciudadana, en un momento difícil en que estallaba la crisis del ladrillo en el estado español. Se trata, por tanto, de un proyecto que surge desde los intereses de la propia comunidad local. Con ello, los habitantes no buscan tanto que se les informe adecuadamente, como que se sientan partícipes del proyecto. Es decir, no se trata tanto que los ciudadanos sean consumidores pasivos de patrimonio, como que sean agentes activos en la recuperación y gestión de su patrimonio. Para ello, desde el año 2013 se ha establecido un foro de participación ciudadana a través de tres mecanismos (información pública, consulta pública y comisiones de trabajo). Este foro permite, por un lado, captar la percepción de los colectivos que más conocen el bien y, por otro, aportar consideraciones de tipo organizativo, estrategias económicas que deban desarrollarse o condicionantes y consecuencias de carácter social.
Paisaje y patrimonio
El Conjunto Monumental de Portilla es el resultado de la acción e interacción de factores tanto naturales como humanos, siendo una oportunidad única para potenciar la necesaria coordinación y unión del patrimonio cultural y natural, junto con los procesos de participación ciudadana. En este sentido, el proyecto que se está ejecutando en Portilla pretende contribuir a la renovación de las bases conceptuales de un ordenamiento que, frente a la tradicional dicotomía “paisaje natural versus paisaje cultural”, defiende la síntesis entre ambos y apuesta por la valoración simultánea de la totalidad de los elementos que articulan el paisaje.
De esta manera, el patrimonio construido de Portilla no se puede entender sin el patrimonio natural, y viceversa. Dicho de otra manera, su origen como núcleo fortificado solo puede comprenderse si atendemos a su posición en altura, entre escarpados riscos, con espectaculares formaciones geológicas (barras y hog-baks) que han permitido hacer de este lugar una plaza fuerte inexpugnable.
Criterios de intervención
Los trabajos desarrollados en el Conjunto Monumental de Portilla tienen como objetivo principal preservar y difundir su identidad histórica y cultural, procurando crear un recurso que bien utilizado puede traer riqueza para la comunidad y favorecer su aprovechamiento como recurso cultural y social. Esto se ha plasmado en numerosas actuaciones centradas en la recuperación, mantenimiento, difusión y puesta en valor turístico del mismo.
En el Conjunto Monumental de Portilla, el paisaje y el entorno natural en el que se asineta son clave en su gestión, por ello las actuaciones basan su estrategia de intervención en minimizar el impacto en la estructura natural del conjunto. Frente a la tradicional dicotomía “paisaje natural versus paisaje cultural”, las estrategias de intervención pretenden la síntesis entre ambas y apuestan por la valoración simultánea de la totalidad de los elementos que articulan los paisajes. En consecuencia, y desde este punto de vista, el Paisaje de Portilla es un paisaje en sí, semiotizado por la actividad humana y/o natural en el que es necesario preservar aquellos hitos históricos y naturales que lo definen.
Por otro lado, las labores de intervención y conservación en su patrimonio histórico se entienden como medidas orientadas a salvaguardar su materialidad. Sin embargo, al incidir con nuestras intervenciones sobre cualquier elemento patrimonial, alteramos consciente o inconscientemente su significado. Con cada intervención se crea un nuevo edificio en el que el sistema de significados se modifica, a veces muy someramente, a veces sustancialmente (Azkarate, Cámara, Lasagabaster, Latorre, 2001: 53). Trabajando la relación entre los contrastes que inevitablemente se crean entre lo nuevo y lo existente, calibrando su presencia o su ausencia en pro de una lectura respetuosa de los restos existentes, entendemos, es posible vehicular las intervenciones sobre el patrimonio de Portilla.