En lo más alto del lugar se encuentra el castillo, sobre una abrupta peña estrecha y alargada, diferenciado claramente del espacio inferior. El castillo simboliza el poder Real, en el punto más alto, dominando la ciudad. Las múltiples estructuras conservadas dan idea de la compleja articulación poliorcética de esta fortaleza, organizada en tres niveles de altura. El nivel inferior acoge un estrecho pasillo que recorre el farallón rocoso por su cara septentrional, comunicando el castillo con el poblado y la zona extramuros. Al final de este pasillo se sitúa una estructura en rampa, parcialmente desmantelada, desde la que se accede a la terraza intermedia y el aljibe. A través de un recorrido en zigzag se llega a la “zona alta” del recinto que acoge las principales estructuras defensivas, productivas y residenciales del castillo. En la actualidad se reconocen restos de un cuerpo de guardia, de dos torreones en los extremos y de una fragua, si bien el edificio mejor conservado se corresponde con la torre del homenaje. Esta torre, situada en posición central, comunica con un foso de dimensiones notables, excavado cuidadosamente en la roca, que aún conserva las entalladuras de apoyo para el puente de madera que salvaba el paso hacia el torreón de poniente.
La iglesia
El poblado
Extramuros